Entrevista
¿Cómo fueron esos inicios en el INTEQUI?
Sí, fueron momentos muy lindos, muy lindos. Empezando me brindaron todo, me brindaron la confianza, los materiales; yo me sentía bien dentro de todo lo que ellos me estaban aportando y así empezamos a trabajar y yo me fui acomodando a lo que ellos querían, entonces fue muy productivo todo. Inclusive el doctor Rivarola, una persona maravillosa que conocí en el trayecto de mi vida, siempre apoyando y apostando a que cada día mejorara un poco más, y que ayudara a todo el grupo aquí.
¿Quiénes son “ellos”?
Cuando digo ellos me refiero bueno, al doctor Rivarola, al doctor Luis Arrúa, a la doctora María del Carmen Ruiz, al doctor Jorge Romero, un excelente compañero. También en ese momento estaba el doctor Manuel Ojeda, el doctor José Marchese, que era del Área de Membranas, pero que en ese momento estaba integrado al grupo de INTEQUI. Tengo grandes recuerdos también del doctor Jorge Zgrablich, el doctor Edgardo Nolasco, personas excelentes . Yo me sentía una más en el grupo, ya que trabajamos muy bien muy bien, realmente muy a gusto.
En esos primeros años del INTEQUI, ¿cuáles eran las actividades administrativas que desarrollaba?
Mi primera experiencia fue confeccionar la memoria del Instituto. En esa memoria nosotros volcamos toda la información, tanto de funcionamiento como de proyectos, como de la gente que ingresa, becarios, investigadores de universidad e investigadores de CONICET, el manejo de todo. Y esa información se plasma en un libro y se difunde; se manda al señor rector de la Universidad y al CONICET.
¿Qué otras personas recuerda de esa primera época?
Yo recuerdo, por ejemplo, una persona espectacular que era un personal nodocente : Federico Casentini . ¡Era excelente! Era el personal técnico y artesano de acá. También estaban la gente de Villa Mercedes que no la tenemos que olvidar, porque es parte de nuestro instituto, como la doctora Ponce, el doctor Castro Luna. También recuerdo de aquí al Dr. Pérez Padilla, al doctor Alberto Becerra, al doctor Alfredo Carrascul, al licenciado Saitúa y el doctor Jorge Horas, ese era nuestro plantel cuando arrancamos. No teníamos en el 83 todavía un plantel de becarios, eso se fue armando a medida que fueron organizándose los proyectos, y ahí se fue llamando e incorporando.
¿Cómo era hacer un una memoria institucional en los ochenta?
Bueno, era espectacular porque se usaba la máquina con las teclitas redondas. Mucha experiencia en cuanto a que si nos equivocábamos teníamos que pegar el papelito y fotocopiábamos. Comparado con la actualidad había una distancia abismal. Pero era entretenido. Uno pasaba las horas trabajando, tranquilo, viendo dónde estaban los errores y los corregías. Existía el famoso corrector blanco del frasquito, me acuerdo así que todo muy lindo.
¿Qué máquina de escribir utilizaba?
La Olivetti con la tecla redonda y así bueno; esa fue mi primer máquina, después pasé a una Olivetti mejor un poquito mejor, ya la teclita era cuadrada me acuerdo ¡otra cosa muy linda!
¿Cómo era trabajar en el ex obrador de calle Chacabuco, conocido como “el galpón”?
Ese lugar era “el galpón”. El famoso galpón, que era nuestro lugar. Nosotros nos sentíamos muy bien ahí. No era ciento por ciento con todas las comodidades que tenemos ahora, pero fue nuestro mundo. El día que nos cambiamos, acá charlando con otros investigadores decíamos, "¡cómo extrañamos ese rinconcito!". Porque crecimos ahí, crecimos ahí era muy lindo, era muy ameno, estábamos muy juntos. Todos lo solucionamos; todo lo consultamos ahí adentro. Era un grupo hermoso hermoso, hermoso. Yo no me lo voy a olvidar nunca. Eso me lo llevo en mi mente. Yo lo pasé muy bien y muy agradecida a todos los que me acompañaron, que me ayudaron. Porque había cosas que yo no sabía y siempre recuerdo, por ejemplo, la primer tesis que me tocó escribir ayudando a un investigador que terminó, no sé si era 50 hojas y terminamos con 200 hojas porque eran , pegatinas, pegatinas, pues se hacía a máquina, o sea, si nos equivocamos en una ecuación, en algún dibujo, algo había que pegar, volver a corregir y así que fueron ¡experiencias divinas!
¿Y recuerda esa primera tesis que usted tipeó, de quién era?
Era del doctor Luis Arrúa. Nos divertimos como nunca, porque yo creo que él todavía la debe tener. ¡Fue la tesis de las pegatinas! Pero excelente, fue una experiencia muy linda muy linda.
¿Cómo era su aporte en la escritura de la tesis?
Ellos hacían todo lo que era redacción, yo hacía el pasaje a máquina y el armado, entonces lo que yo sí hacía era orientarlos, por ejemplo: “ Bueno, esto sí; en columna acá; esto va acá me parece que esto otro hay que corregirlo”. Les daba la idea de cómo podía ser. Así que eso fue genial, digamos sacamos cosas lindas.
¿Qué es para usted el INTEQUI?
Y yo que lo vi nacer, creo que es una institución que se puso un objetivo, lo llevó adelante y se cumplió todo lo que se propuso. He sido secretaria de todos los directores, conozco a cada uno de ellos, y cada uno puso su parte para que el INTEQUI fuese lo que es hoy en día. ¡Así que bárbaro! Yo aliento al actual director, que es el doctor Luis Cadus, que es excelente cómo planifica el avance a diez años. ¡una planificación excelente!, de eso doy fe, porque los conozco a todos, a todos.
¿ Hay hay algún registro o algún hecho en particular institucional dentro de INTEQUI que a usted le haya generado una huella, digamos, una marca fuerte de algún acontecimiento?
Lo bueno para mí, lo más emocionante, fue el día que nos entregaron este edificio porque estábamos en un local propio. Ese fue un momento muy espectacular. Le tocó al doctor Luis Cadus estar al frente de esa inauguración y bueno, todo la gente de él. Yo recuerdo haberlo con el doctor Rivarola, a ver visto los planos, de dónde iba a ser nuestro instituto. El día que se logró fue muy muy importante para nosotros que habíamos estado siempre en un lugar que era cómodo, pero no era el apropiado donde se podía extender todo lo que se quería hacer y todo lo que en realidad los directores tenían como objetivo, digamos, que era que el INTEQUI creciera que fuese conocido, que tuviese lo mejor de lo mejor que es lo que se ha logrado ahora. Y digamos como una persona como usted muy bien, lo mencionó recién que está desde el nacimiento de esta institución.
Susana Sosa recibe en manos del Dr. Luis Cadús (director del INTEQUI) Diploma Especial y Plaqueta de Reconocimiento, durante el Acto Central por los 40 Años del INTEQUI (23 de junio de 2023) |
¿Cómo considera el aporte científico-tecnológico de este instituto en el ámbito nacional e internacional?
¡Excelente si! Es un instituto que en el aporte dentro de la provincia está trabajando perfecto, con muchos proyectos, tantos municipales como del Gobierno de la Provincia. A nivel internacional mucha gente del Instituto viaja a distintos lados y eso es como una reciprocidad. Se llevan conocimientos y se traen conocimientos, así que creo que INTEQUI está muy bien plantado dentro del grupo de los institutos que tenemos acá en San Luis.
¿Se siente orgullosa?
¡Pero sí, imagínense! Yo al INTEQUI lo defiendo, porque crecí, pasé mi juventud acá adentro y conocí gente maravillosa y siempre voy a estar, pero súper agradecida y siempre con el INTEQUI adelante, porque ya de acá, me jubilo. Imagínense, si no voy a estar agradecida, orgullosa de aprender diez mil cosas, de conocer gente maravillosa, investigadores, digamos, excelentes en cuanto a lo que hacen, todo el personal que ha tenido INTEQUI que ha sido siempre muy bien, muy bien seleccionado. Ha aportado todo lo que ha podido y bueno, ahora en esta etapa final el doctor Luis Cadus le ha dado un empuje maravilloso, que creo que va a lograr todo lo que merecemos, tener uno de los mejores institutos de San Luis.